Machaconamente suena la alarma de mi reloj,
ha llegado la hora, y busco refugio en aquel rincón.
Me sentaré en silencio. Recuerdos vagos.
Ya se apagó la luz y huye el sol.
Pasaran por mi mente caminos negros,
aderezados de barro, frío y sudor.
Se consume despacio, casi sin ganas,
el cigarrillo último, fuego y adiós.
Volaran golondrinas, ya si retorno,
y acelera su marcha mi corazón.
Buscaré en los rincones que esconde el alma,
lo que soy, lo que he sido y adonde voy.
Y susurro entre grises, canciones rotas
que se alejan dejando trozos de amor.
Ha sonado la alarma de mi reloj,
y se detiene el tiempo, y con él, yo.
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